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Desde la reforma del divorcio, apenas se han dictado una decena de custodias compartidas



BELÉN MOLINA / SANTA CRUZ DE TENERIFE



La custodia compartida es vista por muchas mujeres como una amenaza a su condición de madres. Por contra, psicólogos y abogados creen que es la mejor solución para los hijos una vez que la unión familiar se ha roto. Desde que se reformó la Ley del Divorcio, hace un año, apenas se han decretado una decena de custodias compartidas, y menos de la mitad fueron contenciosas.



Una sentencia del juzgado de Primera Instancia 7 de Santa Cruz de Tenerife ha concedido al padre de una menor el régimen de custodia compartida en contra de la opinión de la madre.

Es una de las contadas sentencias que se han dictado en la provincia tinerfeña desde la reforma de la Ley del Divorcio en las que ha prevalecido el criterio de la jueza frente a la negativa de uno de los progenitores. Durante cuatro meses, en un periodo adaptativo, la hija vivirá una semana con el padre y tres con la madre. Al cabo de cuatro meses, los padres tendrán a su hija dos semanas al mes cada uno.

Para adoptar esta decisión, el informe del gabinete psicosocial de los juzgados ha sido determinante. Consideraron que era lo mejor para la niña porque, a pesar de que los padres se divorciaron de forma conflictiva, ambos desean reducir sus diferencias en bien de la pequeña.

La madre, en este caso, se negó a la custodia compartida por pensar que cambiar tanto de casa perjudicaría a la estabilidad emocional de la hija, pero en este supuesto los psicólogos, no sólo los de los juzgados, son casi unánimes.

"Si contemplamos la rutina diaria de una familia intacta cualquiera, podremos descubrir que los menores están adaptándose continuamente a los cambios que la vida familiar implica. Un ejemplo de ello son los múltiples vínculos que establecen con sus distintos cuidadores, abuelos y abuelas, niñeras, docentes y padres", se afirma en el informe de la sentencia mencionada.

Frente a estos criterios están los sentimientos de muchas mujeres que ven peligrar la esencia misma de su maternidad cuando deben ceder parte de esta parcela a un hombre con el que han roto, la mayoría de las veces de mala manera.

"¿Cómo va a poder un hombre que no ha parido cuidar de mis hijos igual que yo?" "¿Cómo yo no voy a tener a mis hijos conmigo?" Estas son las preguntas que formulan a sus abogados esas mujeres, que una vez que están inmersas en el proceso de ruptura matrimonial centran sus energías en evitar que el ex marido o ex pareja les "arrebate" a los hijos en común.



Custodia encorsetada

Ese miedo, afirman abogados y psicólogos, se debe en parte a que se entendió la reforma de la Ley del Divorcio como un nuevo mecanismo que favorecía la custodia mixta al poder ser impuesta por el juez.

"Nada más falso", afirma Irene Vilart, abogada del Centro de Atención a la Familia de Santa Cruz de Tenerife. "La reforma lo que ha hecho ha sido encorsetar la posible aplicación de la custodia compartida. Antes, un juez o una jueza podían imponerla sin más en virtud del interés superior del menor, pero ahora es obligatorio contar con un informe del fiscal, que raramente es favorable, y con el informe del gabinete psicosocial".

"La única razón para ver este tipo de custodia como una amenaza a la maternidad es la sensación de pérdida", añade Vilart. "Hay mujeres que temen que los vecinos las tachen de malas madres. ¿Cómo va a ser de otra forma si culturalmente siempre se ha dado por sentado que los hijos los cuida ella?"

En 2002, una sentencia de la Audiencia Provincial imponía a un padre que pagase a la ex mujer todos los gastos de actividades extraescolares de los hijos en vez de abonarlos directamente. El fundamento era que la madre, por serlo, administraba también el dinero de los hijos.



Cambio de mentalidad

La mentalidad todavía no ha cambiado", explica Vilart, quien cree que es el mismo sistema judicial el que perpetúa los roles clásicos de papá y mamá.

El miedo a la custodia compartida pone en un brete la promoción profesional de esas mujeres que "luchan" por no "perder" a sus hijos. Ese síndrome se da, sobre todo, en trabajadoras por turnos o de profesiones liberales. "Yo no me atrevo a cambiar de trabajo, ni me atrevo a cambiar los turnos, aunque ganaría más dinero y me promocionaría", afirma Pilar G.M., una mujer que trabaja como cajera en un supermercado. En una primera sentencia, la custodia de los hijos fueron otorgados al padre, pero la Audiencia Provincial "enmendó el entuerto y mis dos hijos viven conmigo, pero a su padre le otorgaron un amplio régimen de visitas. Se los lleva de viernes a lunes cada dos semanas y entre semana, duermen con él dos días", relata.

El abogado Alfonso Delgado, especialista en derecho de Familia, ve equivocaciones en el mismo lenguaje. "De entrada, la mujer no pierde a sus hijos. Nadie se los arrebata. Tan sólo asume el compromiso de que el hijo es de dos. Mejor dicho, el hijo es de nadie. Además, la mujer sale muy beneficiada y no tiene por qué temer por su vida profesional, al contrario, sabe que cuenta con un progenitor en la tarea de educar y que ese progenitor desea ejercer su paternidad".

Delgado añade que para que un juez o tribunal modifique el régimen establecido, tiene que apoyarse en cambios muy relevantes. Nunca se modifican las medidas porque uno lo pida".